Por Ricardo J. Delpiano
Foto: E.Moura |
En la última década, el fenómeno de las aerolíneas de bajo coste ha sido uno de los hechos que ha marcado la industria de la aviación en la última década. Su expansión a cualquier región del planeta ha obligado a las aerolíneas “tradicionales” a adecuar sus estrategias comerciales y modelos de negocios.
América Latina no ha sido la excepción a esta realidad y en los últimos años, la región ha visto el crecimiento de compañías como GOL, Interjet, Volaris, VivaAerobus y la aparición de otras más nuevas como VivaColombia. El desarrollo de estas sumado a la llegada de otras como JetBlue, Spirit y a los planes de Southwest, indican que el fenómeno llegó para quedarse.
En 2002, el segmento de bajo coste era prácticamente inexistente en la región. Hoy ya ocupa el 23% del mercado latino, según datos de Boeing. A diferencia de otras regiones, parte de esta participación ha llenado el vacío producido por la salida del mercado –sea por quiebra, fusión o compra- de aerolíneas tradicionales y viene a complementar el proceso de consolidación de la industria en esta parte del planeta, conformando un nuevo espectro de líneas aéreas, a excepción de casos específicos.
Si bien el sector ha experimentado un fuerte crecimiento, su expansión a nivel regional estará limitada a ciertas zonas de la región o a países específicos, donde los operadores poseen las mejores condiciones para continuar expandiéndose. De hecho se aprecia que hacia 2032, el crecimiento de las compañías de bajo costo sólo llegará al 25%, apenas dos puntos más que 2012. Una señal que muestra que este fenómeno tendrá un desarrollo distinto al de otras partes del mundo y que en cierta forma, crea espacios suficientes para distintos modelos de líneas aéreas.
Actualmente, los países con condiciones más propicias para desarrollar este modelo de negocios son México y Brasil, por el tamaño de su población, su economía y por el desarrollo de centros urbanos a lo largo del territorio, con una población con capacidad de pago que permite construir una red de rutas adecuadas acorde al modelo de bajo costo. El crecimiento alcanzado por Colombia en los últimos años, ha hecho que el país se una a los dos mencionados, y tenga hoy, a otros de los exponentes del fenómeno.
En su expansión internacional, las aerolíneas de bajo costo han concentrado su crecimiento en los mercados desde México hacia el exterior, el Caribe, Centroamérica y los países de más al norte de Sudamérica, algunos más relacionados con el área de influencia de las compañías estadounidenses. Con la llegada de JetBlue al Perú y la anunciada salida al extranjero por parte de VivaColombia (de Colombia a Panamá y Perú), los mercados andinos comienzan a ser parte también de las zonas de las “bajo coste”.
En el resto de la región, factores como las largas distancias, el excesivo centralismo de la población y economía en torno a la capital o la falta de condiciones políticas o de libertad económica, limitan que el fenómeno como tal se desarrolle, ya sea a nivel doméstico como internacional. A lo anterior, se agrega el fortalecimiento de otros operadores y la capacidad de éstos para impulsar nuevos modelos de negocios que compiten directamente con el segmento de bajo costo.
Fuente: Boeing CMO |
Modelos híbridos: la respuesta de la competencia y una herramienta para crecer
A diferencia de otras regiones del planeta, el ingreso de las compañías de bajo coste en América Latina ha estado asociado a los espacios que otros operadores dejaron, tras su salida en el mercado, como por ejemplo los casos de Mexicana de Aviación en México o Varig en Brasil. Este hecho ha significado que las aerolíneas tradicionales no se hayan visto en presionadas en forma tan directa para adecuar su producto y modelos de negocios al nuevo entorno que las "bajo costo" impusieron.
Por lo anterior, la respuesta de los operadores previamente establecidos no ha significado cambios drásticos en lo que ha servicios y estrategia comercial se refiere. Sólo casos como los de LAN y Aeroméxico, constituyen algunas excepciones.
En el caso de Aeroméxico, los cambios comenzaron en la modificación del servicio a bordo en rutas domésticas y la estructura de costos de operación en la empresa, para adecuarse en forma rápida a su competencia que avanzaba rápidamente. El desafío para la aerolínea azteca no es menor, ya que sus tres principales competidores corresponden a aerolíneas de bajo costo. Este año, Aeroméxico decidió ir más allá y crear una división especial (Aeroméxico Contigo) con la que busca disputar al pasajero sensible al producto de bajo coste pero que también utiliza el servicio tradicional.
En LAN, la situación es más interesante. Fue la primera aerolínea de la región en reaccionar al crecimiento de las compañías de bajo coste, creando un modelo híbrido que incorporaba las mejores prácticas de los modelos “tradicional” y de “bajo coste”. Su implementación se dio cuando las aerolíneas de bajo coste todavía no se estrenaban en el mercado internacional, reflejó la capacidad de la compañía para adelantarse al futuro y bloquear en cierta forma la penetración de estas aerolíneas.
LAN ha sido una de las compañías que ha impulsado los modelos híbridos en la industria de la aviación y uno de sus mayores representantes, con una experiencia más que exitosa en términos financieros, operacionales y de tráfico. El modelo lentamente se ha constituido en una referencia para otras compañías e incluso para las mismas aerolíneas de bajo costo para expandir sus servicios, especialmente en rutas de mayor duración que obliga efectuar modificaciones al modelo.
Foto: Ricardo J. Delpiano |
Por lo anterior, se puede decir que los modelos híbridos en aviación constituyen una respuesta y una herramienta para que los operadores puedan desarrollarse en el nuevo contexto de la industria. Un ejemplo es la utilización de este tipo por parte de aerolíneas como Azul, Interjet o la misma JetBlue, para asegurar su expansión. Si bien estas tres últimas se autodefinen como aerolíneas de bajo coste, el producto ofrecido hace que en la realidad se sitúen como intermedias.
Al cumplirse poco más de una década desde que las aerolíneas de bajo coste ingresaron a la región, la experiencia sido más que positiva. Su operación y la influencia ejercida en el resto de los operadores han permitido que más pasajeros se sumen a la red, especialmente nuevos segmentos de la sociedad que antes no tenían acceso al avión. Es decir, un transporte aéreo más inclusivo.
1 comentario:
Es tan difícil establecer un modelo replicable en nuestro país dada la centralización y dependencia que tenemos de Santiago. Creo que el actual boom del área minera en el norte ha posibilitado que muchas conexiones entre el norte y el sur de Chile no pasen necesariamente por Santiago, sino que sean vuelos directos. Si dentro de la política de alguna aerolinea (y porque no país) estuviese aprovechar nichos productivos, turísticos o incluso sociales, si podríamos generar un panorama para un modelo low-cost; viajes como Iquique-Arica, Temuco-Concepción o Valdivia-Pto Montt no requieren una gran logística a bordo, e incluso serviría para dar un impulso real a ciudades dejadas de lado en el plano aeronautico por la cercanía de Santiago.
Publicar un comentario