Por Ricardo J. Delpiano
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Foto: S.Blaise |
Si bien la idea no es nueva –prácticamente tan antigua como los códigos compartidos, alianzas bilaterales o globales-, este movimiento deja en manifiesto que la industria de las líneas aéreas continúa su evolución siguiendo una tendencia hacia la consolidación.
El término joint venture es propio de los negocios definiéndose como la acción de juntarse entre dos o más empresas para realizar operaciones complementarias en sus negocios, crear uno nuevo o realizar distintas acciones comunes. Por sus características, personas ligadas al derecho económico pueden calificarlas como contratos atípicos por estar al margen de operaciones como fusiones o compras.
En la aviación y en las líneas aéreas en particular, surge con el fin de cooperar a nivel de rutas, tarifas, operaciones u otras áreas –como mantenimiento- manteniendo la independencia de las firmas participantes. Desde el punto de vista de la propia industria, los joint ventures -como las fusiones de líneas aéreas-, forman parte de un trabajo con visión global con el objetivo de fortalecer a la propia industria ante ciclos económicos y fenómenos socio-políticos más recurrentes e impulsar la conectividad a través de una mayor red de destinos y mayor cantidad de pasajeros o carga en el sistema.
A diferencia de las fusiones, los joint ventures suelen caracterizarse como más flexibles, modificables y temporales, pudiendo ser incluso focalizados en el cual una determinada línea aérea pueda tener un joint venture para un mercado específico pero sin comprometer el resto de su operación o disponer de más de uno para el mercado que desee atender. Un ejemplo de esto es American Airlines que posee un joint venture con British Airways e Iberia en el Atlántico Norte y otro con JAL para cooperar en el mercado transpacífico. También puede darse que una de las partes pertenezca a una alianza o grupo distinto a la parte con quien realiza el emprendimiento conjunto (como es el caso de Delta y Virgin Atlantic, en donde la primera pertenece a la alianza SkyTeam y la segunda no) o una pertenezca a un propietario competidor distinto a los que participan en el acuerdo (como ejemplo, Alitalia que es participada por Etihad pero sigue formando parte de la alianza con Delta y Air France-KLM).
Como consecuencia de crisis más continuas tras el 11 de septiembre de 2001 –punto de inflexión de la industria y de todo el sistema internacional- , ciclos económicos y mayores factores que influyen y/o se incluyen en el sector, además de un incremento de costos y mayor competencia, las líneas aéreas han buscado mecanismos para fortalecer su operación y asegurar la sustentabilidad del negocio.
Si bien en algunos casos esto ha traído como consecuencia una reducción en el número de las aerolíneas, los usuarios (pasajeros, entidades, agentes de carga) se han visto beneficiados gracias a precios más bajos y a una mayor conectividad, como nunca antes el mundo ha visto.
En la última Asamblea General de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA AGM), celebrada en Doha, Qatar, en 2014, el director general y CEO de la entidad, Tony Tyler indicó que las aerolíneas siguen ofreciendo un gran valor a los consumidores. “Durante las dos últimas décadas –cuando se ha hecho más evidente la consolidación del sector- el número de pares de ciudades conectadas se ha duplicado, mientras que las tarifas aéreas han caído a la mitad”, dijo al referirse a las alianzas, los joint ventures, las franquicias y otras operaciones.
Aplicado específicamente a los joint ventures, los usuarios se ven beneficiados con una mayor cantidad de rutas, destinos y opciones de viaje, gozan un incremento en la conectividad con más puntos de conexión o pares de ciudades atendidos, más variedad y mejores precios, y un incremento en el nivel de servicios. A diferencia de una fusión -donde el producto tiende a la homogeneizarse-, el cliente ve mantenido distintos productos y servicios a los cuales puede acceder según sea su preferencia o disponibilidad.
A nivel de operadores, las líneas áreas que participan en este tipo de asociaciones consiguen mayor eficiencia al coordinar operaciones y servicios, mayores sinergias, cooperación e inversión conjunta, como por ejemplo en términos de infraestructura aeroportuaria, acceso a más y mejores prácticas, además de una capacidad superior para alcanzar nuevos mercados sin realizar una inversión significativa que pueda poner en riesgo el negocio, todo manteniendo su estructura independiente, lo que favorece para la búsqueda de nuevas oportunidades.
La Unión Europea y los Estados Unidos entienden a los joint ventures como una especie de substitutos de las fusiones. De ahí que surge la obligatoriedad a las compañías aéreas que deciden asociarse bajo esta figura como aquellas que desean entrar solicitar una revisión de su negocio o la inmunidad antimonopolio ante las autoridades correspondientes del país a donde pertenece el operador.
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Joint venture Emirates-Qantas. Foto: Emirates |
Entre los joint ventures internacionales bilaterales está el de Emirates y Qantas o American Airlines y Japan Airlines (JAL). A nivel multilateral, figuran las alianzas trasatlánticas de Air Canada, United y Lufthansa; el acuerdo entre American Airlines, British Airways e Iberia y Finnair; o el de Delta, Air France-KLM, Alitalia y Virgin Atlantic.
Considerando que en el futuro el escenario mundial debiera mantener en cierta forma las características actuales, es decir con un escenario más competitivo y ciclos más frecuentes (económicos y sociopolíticos), la consolidación de la industria incluyendo los propios joint ventures, continuarán, ya sea desarrollándose en distintos mercados, sumando nuevos miembros o ambos. Un proceso que comenzó cuando Delta sumó a Virgin en su alianza con Air France-KLM y Alitalia, y que sigue ahora con la posibilidad de que Qatar Airways y Aer Lingus ingresen a la asociación trasatlántica si se concretan las respectivas operaciones en torno a IAG.
Si sustituyen o no a las fusiones es cosa de tiempo y las circunstancias imperantes. Mientras eso ocurre la industria se verá fortalecida con múltiples beneficios para los operadores y los usuarios (pasajeros y otros actores de la industria). En este contexto, la evolución del transporte aéreo mundial obliga a autoridades locales e internacionales a tomar conciencia de este proceso, especialmente cuando la aviación es un catalizador para el desarrollo económico y social de los países.
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