Por Ricardo J. Delpiano
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Foto: Ricardo J. Delpiano |
De acuerdo con la información publicada por el diario, Lucas Palacios, subsecretario de Obras Públicas, indica que “cerca de 2023 se va a gatillar la ampliación (…) va a estar listo este aeropuerto y ya prácticamente al año siguiente va a comenzar la ampliación justamente para agrandarlo”. De confirmarse la fecha, la capacidad de 38 millones que se proyecta manejar con las obras actualmente en ejecución podría incrementarse a 45 millones, dejando al aeropuerto de Santiago mejor preparado para enfrentar el crecimiento del tráfico aéreo.
A principios de abril, el ministro Fontaine indicó que el “gatillador de inversiones” se iba activar después de cuatro años después de la inauguración del nuevo aeropuerto. “Tenemos un amplio margen por delante, pese a que con el aumento del tráfico producto de las low cost y del ingreso económico de los pasajeros, ese crecimiento se va a dar”, dijo agregando que “la tercera expansión del aeropuerto va a ser necesaria, pero tenemos tiempo.”
De confirmarse, la nueva fecha representaría una corrección de las proyecciones y una medida positiva de parte de la autoridad para evitar futuras saturaciones de la principal infraestructura aeroportuaria del país ante los crecimientos significativos que está experimentando el tráfico aéreo. Lo anterior, como resultado de la expansión de las líneas aéreas y sus nuevos modelos de negocios, especialmente desde el segmento de bajo costo y tarifas bajas (LCC, por sus siglas en inglés).
Para la industria aérea, este anuncio debe ser bienvenido porque constituye una respuesta a los cuestionamientos realizados respecto a si las obras del nuevo terminal iban o no a ser suficientes para atender los volúmenes de pasajeros proyectados. En ese sentido, la medida constituye una reacción que permite efectuar correcciones con una debida anticipación evitando situaciones que en años anteriores han sido causantes de un desarrollo asimétrico entre aeropuertos y tráfico aéreo en Chile. Cabe recordar que el actual proyecto de ampliación de Arturo Merino Benítez fue planificado hace más de 10 años en una realidad del transporte aéreo distinta a la actual y hasta el inicio de las obras, el proyecto sufrió distintos tipos de retrasos.
Junto con el mejoramiento permanente de la infraestructura, para la industria resulta también relevante que la autoridad efectúe revisiones y correcciones a los distintos procesos que se desarrollan dentro del terminal aéreo, especialmente en lo que respecta a los “cuellos de botella” que se forman en puntos claves producto de ineficiencias en la dotación de personal, asignación de turnos y responsabilidad que tienen los distintos organismos competentes en la ejecución de sus funciones.
Junto con el mejoramiento permanente de la infraestructura, para la industria resulta también relevante que la autoridad efectúe revisiones y correcciones a los distintos procesos que se desarrollan dentro del terminal aéreo, especialmente en lo que respecta a los “cuellos de botella” que se forman en puntos claves producto de ineficiencias en la dotación de personal, asignación de turnos y responsabilidad que tienen los distintos organismos competentes en la ejecución de sus funciones.
El “gatillador de inversiones” está inserto en el contrato de licitación del aeropuerto de Santiago a cargo de Nuevo Pudahuel. Establece que cuando se alcancen 2.200 pasajeros internacionales o 3.200 pasajeros domésticos en hora punta se deben construir dos espigones adicionales para incrementar la capacidad hasta 45 millones de pasajeros.
A pesar de que Nuevo Pudahuel avanza a toda máquina por cumplir con los plazos en la entrega de nueva infraestructura y compensar los retrasos provocados por la relación con el MOP bajo la administración anterior, el aeropuerto de Santiago continúa con una fuerte presión por la cantidad de pasajeros que transitan por sus instalaciones. Parte de esa realidad está determinada por los tráficos domésticos y el desarrollo de rutas medias con la expansión de los actuales operadores, pero también por las necesidades del propio concesionario que precisa de una infraestructura adecuada para desarrollar su modelo de negocios en el ámbito comercial aeronáutico y no aeronáutico, incluida una capacidad holgada para atraer a nuevas líneas aéreas.
Según detalla Nuevo Pudahuel, el aeropuerto Arturo Merino Benítez ha incrementado su tráfico en un 15,0% desde octubre 2015 cuando se inicia la nueva concesión. En diciembre 2018, el terminal aéreo alcanza un movimiento total de 23,4 millones de pasajeros por año lo que supone un incremento de 8,3% respecto al año 2017.
Considerando que la inauguración de la nueva infraestructura (espigón C) se produce a mediados de diciembre del año pasado, el crecimiento registrado por el tráfico aéreo sólo se ha realizado sobre una infraestructura cuya capacidad máxima es de 16 millones de pasajeros anuales, afectando la percepción y la calidad de los servicios que se ofrecen en todo el complejo asociado al terminal. En un nuevo calendario, julio sería el mes de la inauguración del nuevo espigón E ubicado al sur del actual y que también estará dedicado a vuelos internacionales.
3 comentarios:
He llegado hace unos 10 min en vuelo latam a scl y capitan dice que nuedtra plataforma asignada esta ocupada x otro avion. Ni les cuento la molestia de los pssajeros. Hacen falta mas platsformas. 5 min mas de espera indica el capitan. No puede ser.
Es mejor que el aeropuerto quede funcionando con holgura ya que esta claro que con un nuevo aeropuerto con seis muelles mas el antiguo que no es chico dudo que se vea sobrepasado en un corto plazo.
En otras palabras, ya quedó chico y eso que aún no lo finalizan.🤦🤦🤦
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